Resumen
El Papa habla desde la perspectiva de la Iglesia de los pobres y centra su discurso en explicar el significado de las bienaventuranzas y sobre todo de la primera: “Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los Cielos”.
Juan Pablo II se encuentra apenas en su segundo año de pontificado. A comienzos del año anterior viaja a Méjico para inagurar la Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla. Este discurso se pronuncia en un barrio pobre de Brasil, país de extrema injusticia social en el que la Iglesia se ha caracterizado por su decidido apoyo a los pobres, a las comunidades eclesiales de base, a la teología de la liberación. Estas circustancias ambientan el discurso del Papa.
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