Abstract
Este discurso del Papa Juan Pablo II fue pronunciado el 30 de enero de 1985 en la Iglesia colonial de la Compañía de Jesús en Quito, con el fin de dirigirse concretamente a la cultura latinoamericana y a sus raíces en el Evangelio, dirigiéndose en particular a los intelectuales y artísticos de Ecuador, profesores, científicos, artistas e intelectuales.
Juan Pablo II inicia sus palabras expresando su respeto por lo que significa el auditorio: hasta el propio ámbito físico del encuentro (una de las más bellas iglesias coloniales del Ecuador) expresa el aprecio que la Iglesia del Ecuador ha mostrado siempre por los valores artísticos y su raigambre histórica; este templo es ejemplo de la "transfiguración de la materia con la que el hombre expresa su historia, conserva y comunica sus aspiraciones y experiencias más hondas, encarna y transmite una herencia espiritual a las generaciones venideras".
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