Abstract
La visita del Papa a Colombia demostró, por su longitud, un grado especial de predilección. Tuvo también una característica benevolencia, al ofrecer un resumen del pensamiento de Juan Pablo II. Sus 29 alocuciones fueron cuidadosamente planeadas para llegar a todos los auditores en los que se puede dividir un país como Colombia: estos grupos abarcaron desde dirigentes hasta reclusos. Se tuvo cuidado de aludir, en cada caso, a las coordenadas de lugar y tiempo bien conocidas por los asistentes.
El Papa habló a los sacerdotes sobre la fidelidad al ministerio sacerdotal, a los dirigentes políticos sobre la inspiración evangélica en la organización de la sociedad, a los obispos sobre su tarea de reunir la Iglesia, a los jóvenes sobre la esperanza que en ellos funda la religión, a los laicos sobre la vocación laical en la Iglesia. Y a todos, de una manera general exhortó a la construcción de paz en Cristo, al establecimiento de la justicia, al servicio de los pobres, a la religiosidad y a la reconciliación.