Abstract
Las relaciones entre el conflicto armado interno y la construcción de un orden político en Colombia obligan a repensar algunas de las características de la formación del Estado nacional y de las categorías con que es aprehendido. Unas de las más conocidas y comentadas características de este tipo de ordenamiento político es el monopolio de la fuerza legitimada. Incluso puede decirse que en gran parte de la literatura y del discurso políticos lo que define un Estado moderno es su particular disposición de la violencia en un territorio determinado. Así, Estado y monopolio de la coerción casi se vuelven términos intercambiables, sinónimos. Al tiempo que, cuando se quiere denunciar la ilegitimidad o la simple debilidad del Estado se insiste en que aquel no goza del monopolio de la violencia.
En este panorama general se ubica el presente artículo. Su interés central es explorar algunas de las distintas aristas del vínculo entre Estado moderno y monopolio de la fuerza. Se insiste en que, históricamente, la formación del Estado es el resultado o expresión de un proceso paulatino de concentración del poder y, por esa vía, de acumulación de los recursos de la coerción. Procesos que expresan transformaciones radicales de una sociedad particular, en el sentido de una creciente interdependencia social.
Después de mostrar que la tendencia a la constitución de monopolios aparece también en otros tipos de ordenamiento político, se caracteriza el monopolio de la violencia como una relación política particular, comprensible sólo a partir de ciertas coordenadas históricas concretas. Se insiste en él, como un mecanismo, una “forma de pensar” y de “ordenar” la vida social y no como un destino natural o indubitable de la configuración estatal.
Palabras Clave: Monopolio de la violencia, Sociedad, Estado, Poder