Abstract
En los profundos y negros socavones de las minas de estaño de Bolivia habita desde tiempos inmemoriales un personaje de greda, con bigote y ojos grandes, la boca abierta y la nariz ennegrecidas por los cigarrillos, con ojos grandes, y un cuerpo cubierto con adornos diferentes. Sentado en un trono, con las manos extendidas para recibir ofrendas, con las piernas flexionadas y con pies calzados con las botas típicas de los mineros, mostrando un erecto y largo pene como signo de fertilidad. Los socavones de la mina son su reino. Es el famoso Tío, el diablo, aunque ningún minero se refiere a él con ese nombre, sino con la designación más afectuosa de Tío, acompañado muchas veces de nombres de pila. Es, por consiguiente, una divinidad maligna, pese a que los mineros no se refieren a el como supay, la palabra quechua para designar al diablo, pese a que también la traducción de supay por diablo fue resultado de traducciones y transacciones idiomáticas poco convincentes.
Palabras Clave: Desarrollo, Lucha politica, Socavones, Supay, Quechua, Bolivia