Abstract
La vivienda es un bien económico que cada día se hace más escaso. El enorme progreso técnico y científico de las últimas décadas, no ha logrado dar el paso de un sistema, de construcción artesanal a la producción masiva de viviendas. Se han hecho tímidos ensayos en prefabricadas que han acelerado parcialmente el proceso constructivo, pero sus costos hacen prohibitivo su empleo por parte de la gran mayoría de la población.
Las políticas estatales no están diseñadas para la población real de Bogotá, sino para una ciudad ideal de clases medias con ingresos medios. La desorientación estatal y la egoísta despreocupación del sector privado conduce a lo que ha venido llamándose impropiamente la "proletarización" ya que debiera llamarse más bien la "ruralización" de nuestras ciudades grandes.