Resumen
En contravía con las expectativas que se suscitaron en los primeros meses de la administración Samper con relación a la posibilidad de avanzar en una nueva negociación con los grupos guerrilleros aun alzados en armas, los hechos parecen indicar otra dirección: de forma prematura y en gran medida condicionados por la actual coyuntura, las posibilidades para implementar una amplia política de paz en esta administración presidencial parecen haber llegado a su fin al completarse el primer año de gobierno. En ese sentido, estaríamos “condenados” a tres años más de guerra antes que un nuevo presidente pueda volver a abrir las puertas de la negociación.
Ante este sombrío panorama, surgen diversos interrogantes. ¿Qué pasó? ¿Por qué las iniciativas y esfuerzos adelantados no permitieron que despegara un nuevo proceso de negociación? ¿Cuáles fueron los obstáculos? ¿Estos responden más a las condiciones adversas de la crisis por la que pasa el gobierno en la actual coyuntura o son resultados de limitaciones en la formulación de la propuesta gubernamental?