Resumen
Los moralistas tienen aforismos para todo. No han faltado quienes, al contemplar el problema educacional colombiano, hayan exclamado farisaicamente:" si la sal se corrompe…”. Como si la concientización y politización del magisterio equivaliera a una corrupción de este gremio, al cual nadie le desconoce su importancia capital en la vida nacional.
El gobierno dice preocuparse por multiplicar las instalaciones, pero ¿qué ha hecho por la humanización del magisterio?; ¿seguirá siendo la profesión minisvalorada de los que tienen que enseñar en valiosas contrucciones? Los que en realidad corrompen quiere corromper todo lo que tocan, hasta la sal. Si no ¿qué explicación se le puede dar a la situación de marginalidad cultural, social y económica en que se ha ido sumiendo a los maestros, hasta lograr convertir la noble profesión de educar en un calvario sin estímulos de ninguna clase?